A propósito de nosotros, ¿qué podemos decir? A uno, de pequeño su padre siempre le llamaba Casca, porque decía que era un cascarrabias. Y no decía mentira. El otro era Casca.

El uno fue creciendo junto con el otro y siempre jugamos juntos, en la adolescencia nos preguntamos por qué las cosas eran así, y no por ejemplo, de cualquier otra manera. Quisimos rebelarnos contra la aleatoriedad y seriedad del estado de cosas y encontramos en el punk alegría y camaradería, Casca hubo de cambiar, eso sí, su nombre por Kaska. Nobleza obliga.

Un día, el otro, Kaska, interpretó que las ideas, tomadas en serio lo suficiente, esclavizan. De alguna forma que a día de hoy permanece difusa [1], esto hizo que Kaska se volviera a cambiar el nombre por Kaskakokos. Hay muchas kas y eso mola. El uno siguió llamándose igual y mantuvo su perfil bajo.

Esta es la página donde el otro, Kaskakokos, escribe cosas y uno se las revisa, cuando tienen tiempo. Cuando no tienen tiempo es porque están . Qué más da que no se entienda, ¿A quién le importa?

Si la palabra libertad significa algo y si ser libre es posible, el uno ¿o es el otro? quiere ser libre de la mentira. Kase-o lo explica mejor, él diseña llaves para tus jaulas. Así sea.

[1] Recientemente hemos comprendido cómo se produjo la transición de Kaska a Kaskakokos: Como todo buen lector del Mortadelo y Filemón sabe, existe un capítulo (no recuerdo cual) donde aparece unos señores japoneses (¿o eran chinos?) de gran fuerza y salientes maxilares que se hacen llamar los hermanos Kaskakokos. Sería mentira defender que nosotros hubiesemos llegado a este nombre sin la genial influencia de Mortadelo y Filemón.

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